En la región de Uribia, un municipio de la Guajira, en Colombia, habita el pueblo indígena Wayuu, que convive con el resto de la población. Además, los refugiados que han huído de Venezuela a causa de la pobreza y la falta de esperanza, han encontrado aquí un lugar en el que asentarse, al menos temporalmente. La Hermana Rosalba desarrolla aquí su labor misionera.
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En el centro, un proyecto de Fundación Juan Bonal puso en marcha la cría y cuidado de gallinas ponedoras. Dos gallineros producen huevos que alimentan a las niñas y a todos los que conviven en el centro. Además, se produce un excedente que se destina a la venta, lo que permite cubrir otras necesidades adicionales del centro. En las circunstancias actuales, estos huevos alimentan también a familias sin recursos del entorno.
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La Hermana Consolé trabaja en Mugina, Ruanda. Es de origen ruandés, y conoce muy bien la realidad a la que se enfrentan las personas sin recursos en el país. La Hermana dirige la Escuela Infantil, un centro educativo que forma a los más pequeños, con la participación de los padres y una completa integración con el resto de la comunidad.
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Fundación Juan Bonal y las Hermanas de la Caridad de Santa Ana mantienen allí la Casa de Bienestar del Anciano, un centro donde se atiende a personas mayores sin familia ni personas de apoyo. Las Hermanas cuidan de las necesidades básicas de estos ancianos, llenando sus días de cariño y atención y son, como nos dice la Hermana Irene, la única familia con la que cuentan estas personas mayores.
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La producción de pan y alimentos continúa adelante. No se ha detenido, en previsión de la vuelta de las niñas y para atender las necesidades que van surgiendo en las circunstancias actuales. El personal de apoyo ha seguido trabajando en todo momento, pues ahora se trata de atender a las aldeas cercanas y cubrir la necesidad básica de alimentación y nutrición para las familias sin recursos de la zona.
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