Apadrinar es felicidad
El apadrinamiento mira a los más desvalidos y vulnerables: los niños. Si, además, se trata de un niño que convive con la discapacidad, tu gesto transforma aún más intensamente su realidad. Cuando apadrinas a un niño, no sólo estás realizando un gesto de solidaridad. Estás creando un vínculo, un lazo de humanidad que te conecta con otra persona de una manera muy especial.