La difícil vida de la mujer rural en Ghana
30/07/2020
La Hermana Flavienne trabaja en Wale Wale, una localidad en Ghana. En este país africano, la amenaza de la pandemia global provocada por el COVID-19 ha impactado de manera importante en la vida de las personas.
Las historias humanas que hay detrás de la pandemia son, en algunos casos, dramáticas. La situación previa de pobreza o carencia de recursos se agrava aún más ante los efectos del riesgo sanitario.
Conocemos ejemplos de ello día a día en todas las misiones atendidas por las Hermanas de la Caridad de Santa Ana. En Wale Wale vive Madame Azure Evelyn Achegiba, una mujer de 32 años. Está casada y tiene 3 hijos, uno estudiando en primaria, otra en jardín de infancia y otro, con 2 años, que reposa en el espalda de su madre. Su marido es un profesor y ella es enfermera, pero está estudiando para ser matrona. El COVID-19 le ha afectado a todos los niveles en su día a día. Tiene que permanecer en casa, los niños no pueden ir jugar con los vecinos ni a la escuela, y es muy difícil encontrar a alguien que pueda enseñarles en casa, por lo que han olvidado lo aprendido. Las clases online son difíciles de mantener cuando es necesario utilizar datos móviles que son caros y se diospone de muy pocos recursos. Además, el consumo en casa ha aumentado, y los niños piden comida. Los precios se han incrementado y algunos productos necesarios no están accesibles porque los comerciantes viajeros no pueden desplazarse. Ella reza y espera que la pandemia termine y puedan volver a la vida normal, como antes de su aparición.
Otro ejemplo es Madame Hannah Asamani. Tiene 44 años, está casada y tiene 4 niños, alumnos de secundaria y de la universidad. Su marido era profesor y está jubilado. Ella trabaja con las Hermanas de la Caridad de Santa Ana como limpiadora de la casa desde 2020. A ella también le ha afectado la situación causada por la pandemia: antes, sus hijos estudiaban y, al mismo tiempo, daban algunas clases a niños del barrio y así ganar algo de dinero para comprar productos de mercado, coger el transporte público, etc; ahora, con la pandemia, esa ayuda ha desaparecido. Ahora todo es además más caro que antes, alimentos y transportes han subido los precios. El poco dinero que ella gana tiene que dar respuesta a todas las necesidades de la familia. Controlan al máximo cada gasto. Se levanta muy temprano para ir a misa, y encomienda su vida a Dios: no sabe cuándo terminará la pandemia, y no ve otra opción que rezar. Desea que vuelva la normalidad para que sus hijos puedan retomar sus estudios sin miedo a acercarse, saludar o hablar con un vecino.
Fundación Juan Bonal y las Hermanas siguen trabajando en Wale Wale para ayudar a todas las personas vulnerables que, como estas dos mujeres, luchan por superar las dificultades adicionales que la pandemia ha puesto en sus vidas.
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Fundación Juan Bonal mantiene abierta una campaña de ayuda a las víctimas y afectados por el COVID-19 más vulnerables.
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