Hablamos con la Hermana Lladira, Titular del Colegio El Pilar, en Costa Rica
27/07/2018
"Gracias por seguir confiando en nosotras".
¿A qué tipo de niños atendéis en este centro?
Aquí educamos a 700 alumnos, desde infantil hasta secundaria. Es un centro privado, donde recibimos a niños y jóvenes que provienen de entornos un poco más acomodados que en otras misiones, aunque también acogemos a algunos becados que carecen de recursos, y a los que se les facilita ropa, material escolar, etc. Además, intentamos promover que los niños más acomodados sean sensibles hacia los menos favorecidos, ayudando y compartiendo con la Comunidad.
¿Y ese esfuerzo se ve reflejado en hechos concretos?
Hasta el momento, lo estamos consiguiendo. Por ejemplo, en una ocasión, se cayó una casa que estaba construida junto al río, por la erosión del agua en los cimientos; allí vivía la señora que limpia en el colegio, y los chicos se pusieron en marcha para ayudar y reconstruir la casa, esta vez con una base de hierro.
Ese ejemplo es fantástico, pero ¿hay manifestaciones menso puntuales, más permanentes en el tiempo?
Sí. Hablamos a los chicos sobre la Fundación y ellos participan del apadrinamiento, ayudando a niños en la India. Además de eso, hay otros detalles habituales, como el hecho de que, al final del año escolar, los chicos suelen donar sus uniformes y textos para que puedan servir a los chicos del año siguiente. Para ello, cuidan mucho el material durante todo el año, para donarlo al final en buen estado.
Pero seguro que no todo es bonito, también tendréis que afrontar dificultades...
Desde luego. Los chicos provienen de familias muy desintegradas, y no siempre pueden permanecer en el colegio. Aquí, la cultura empuja a priorizar el nivel académico del colegio, prefiriendo los privados sobre los públicos, y algunas familias dejan de atender sus necesidades básicas (incluso dejan de comer) por acudir a un centro educativo privado. Hace un tiempo, dos chicos tuvieron que dejar el colegio, porque su falta de recursos hizo que el coste de éste fuera inasumible; nosotras les habíamos ayudado, pero finalmente fue insostenible, y tuvieron que abandonarnos. Fue muy triste. Pero es fundamental hacer entender a las familias que la educación pública es igualmente digna y válida.
¿Cuál es tu mensaje para los padrinos y colaboradores de Fundación Juan Bonal?
Quiero darles las gracias por su generosidad. Su aportación es vital. Creo que la solidaridad hacia los demás es algo muy bello, y típico de España, donde hay gente muy buena. Y, sobre todo, gracias por seguir confiando en nosotras.