Entrevista a Ana Palacios: “Los misioneros te inundan de paz”.
21/11/2017
Reproducimos a continuación la entrevista realizada a Ana Palacios por Ángeles López, donde la fotógrafa internacional habla sobre su experiencia en las Misiones y su relación con las Hermanas de la Caridad de Santa Ana. Ana es un ejemplo de valores y compromiso social.
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Durante años, fue productora en Hollywood donde trabajó a las órdenes de Ridley Scott o Roman Polanski. Pero, cansada de la meca del glamour, se armó de su cámara, y mucha sensibilidad, para embarcarse en proyectos de cooperación en Asia y África.
De la mano de Manos Unidas, África Directo, Mensajeros de la Paz o In Movement, se afana en inmortalizar las esquinas despedazadas del planeta: orfanatos, asilos, hospitales, psiquiátricos, barrios de chabolas...
Ha publicado el libro "Art in Movement", y prepara un segundo tomo que llevará por título "Albino". Estos días, la Fundación ONCE acoge su exposición "La piel de África".
¿Qué veremos en la exposición?
Veréis veinte fotografías que documentan la vida diaria de las personas afectadas por lesiones de piel en hospitales de Benín.
¿Dónde radica la fuerza de sus imágenes?
Me gustaría pensar que tiene que ver con la honestidad, rigor y compromiso con el que me acerco a sus protagonistas. Realiza fotos en los ‘slums’ (zonas degradadas del centro de las ciudades) desde la India hasta África.
¿Cómo definiría su trabajo?
Fotoperiodismo de sensibilización: dar visibilidad a esos dramas que existen en el mundo que nunca ocuparán las primeras páginas de los periódicos, pero que afectan a miles –a veces millones– de personas y a los que hay que darles luz.
Reparte su tiempo entre la producción de cine y la fotografía documental. ¿Cómo se lleva un corazón dividido entre la meca del entretenimiento y el dolor?
Al principio con mucha perplejidad, confusión y dudas, era un contraste muy brusco, pero es muy poderoso el impacto que me produce observar la fuerza de la fotografía para cambiar las cosas, y ahora ya lo siento como una responsabilidad.
Ha trabajado con actores de Hollywood de primera fila, como Natalie Portman o Javier Bardem. ¿Cómo era su vida ‘hollywoodiense’?
Agotadora, porque aunque pueda parecer lo contrario, la producción de cine requiere muchas horas al día de trabajo y meses sin un día de descanso bajo mucha presión. Por otra parte, era muy divertida y emocionante. Fueron 17 años de una vida trepidante y con muchas descargas de adrenalina.
¿En qué momento se pasa al lado opuesto?
Cuando mi trabajo empieza a no tener tanto sentido. En 2010, me fui tres meses a India de voluntaria con la cámara, a visitar doce misiones de las Hermanas de las Anas. Aquel viaje iniciático revolvió todas mis prioridades. El compromiso con estas realidades, y aprender a contarlas, llegó de una manera paulatina y natural.
De todas las imágenes que ha congelado su objetivo, ¿cuál le ha impactado más?
Me vienen muchas a la cabeza. Quizá la que sentí más desgarradora es la de un niño recién
nacido que habían dejado en una balda de una cocina de un hospital rural africano sin atención porque ya tenían claro que se iba a morir. Ese niño agonizaba solo… Fue un grito ensordecedor de desesperanza e injusticia.
¿Por qué dicen de usted que es una “turista conventual”?
Es un término que acuñó para mí la hermana Primi Vela en India, porque me dedicaba a visitar misiones. Era mi primera aproximación a este universo de los Derechos Humanos, ni ella ni yo sabíamos que se iba a convertir en el eje de mi vida personal y profesional. Ahora ya son muchas ONG con las que he colaborado, pero sigo siendo fan absoluta de los misioneros. Su relación con los vulnerables –y vulnerados– es desde un profundo amor y eso contagia y te inunda de paz.
Se define como atea, ¿no es esto un poco contradictorio con sus trabajos fotográficos?
No es contradictorio no creer en Dios con trabajar para intentar hacer de este un mundo mejor. Muchas monjas que me he cruzado en el camino me dicen que Dios está dentro de mí, que me ilumina en lo que hago y suena mucho más interesante esta versión. Siempre me defino como queriente, porque no creo pero quiero creer.
¿Y qué opinión le merece Francisco, que clama sin parar contra la pobreza?
Le admiro y le respeto mucho, creo que está tendiendo muchos y difíciles puentes.