El hambre en el mundo se incrementa hasta el 11% de la población: la tendencia se invierte por primera vez en 10 años.
20/09/2017
La FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) ha publicado su informe anual sobre el estado mundial de la agricultura y alimentación.
En el informe, la FAO revela que, en todo el mundo, hay aproximadamente 815 millones de personas que pasan hambre, lo que supone un 11% de la población mundial. Se trata de un dato dramático, pero aún más preocupante es la inversión de la tendencia: por primera vez en una década, las cifras aumentan. Durante 2016, el hambre ha comenzado a afectar a 38 millones de personas más. La causa la encontramos en los conflictos armados y en el cambio climático.
El cambio climático es el factor global más importante. Está provocando fenómenos metereológicos progresivamente más extremos y frecuentes, y sus efectos inciden directamente sobre la agricultura y las posibilidades de nutrición de millones de personas, con implicaciones alarmantes.
Es imprescindible tomar medidas inmediatas para incrementar la sostenibilidad, productividad y resiliencia de la agricultura, ya que los efectos del cambio climático están reduciendo drásticamente la producción de alimentos en países que ya sufren una gran inseguridad alimentaria. Y es absolutamente necesario afrontar conjuntamente el hambre, la pobreza y el cambio climático. Tras el Acuerdo de París y la Agenda 2030 que marca los Objetivos de Desarrollo Sostenible, la tarea actual es poner en práctica los compromisos fijados. Esto determinará si la humanidad alcanza el éxito en la erradicación del hambre y la pobreza para el año 2030 y en la producción de alimentos para todos.
La FAO prevé que la demanda mundial de alimentos en 2050 aumente al menos un 60% por encima de los niveles de 2006 y que, en las próximas décadas, el crecimiento demográfico se concentrará en las regiones con la mayor prevalencia de la subalimentación y elevada vulnerabilidad a los efectos del cambio climático. Esta situación exige una amplia transformación de los sistemas alimentarios y agrícolas para garantizar la seguridad alimentaria mundial, así como proporcionar oportunidades económicas y sociales para todos. El informe asegura que, sin la adaptación al cambio climático, no será posible lograr la seguridad alimentaria para todos y erradicar el hambre, la malnutrición y la pobreza. Las políticas sobre el clima, la agricultura, la alimentación y la nutrición deben realinearse e integrarse entre sí.
El cambio climático afecta a la disponibilidad de alimentos: provoca efectos cada vez más adversos sobre el rendimiento de los cultivos, las poblaciones de peces y la producción y sanidad animal, en especial sobre el África subsahariana y Asia meridional, donde se encuentra hoy la mayoría de la poblaciónexpuesta a la inseguridad alimentaria. Además, limita el acceso a los alimentos influyendo negativamente en los ingresos y medios de vida rurales. Por poner un ejemplo, los bosques proporcionan empleo remunerado a más de 100 millones de personas, y sustentan los medios de vida de gran parte de la población rural pobre del mundo, además de albergar más del 80% de la biodiversidad terrestre mundial y proporcionar alimentos, medicamentos, combustible y servicios fundamentales del ecosistema; pero el cambio climático está limitando gravemente la capacidad de los bosques de proporcionar estos bienes esenciales.
El cambio climático afecta a las posibilidades de nutrición y alimentación de millones de personas a través de sus repercusiones en la seguridad alimentaria, las enfermedades, la inocuidad del agua, el saneamiento y los medios de vida, lo que repercute sobre la distribución de alimentos dentro de las familias, afectando especialmente a la situación nutricional de los niños y las mujeres. Es urgente una acción drástica conjunta a nivel global para luchar contra esta situación e invertir sus efectos, que provocan diariamente la pérdida de vidas. Fundación Juan Bonal lucha desde sus inicios en esta dirección, desarrollando proyectos sostenibles de creación de recursos alimentarios permanentes y la garantía de la nutrición adecuada para los más desfavorecidos. Proyectos como el de Ruanda, donde se lucha contra la desnutrición infantil, o acciones más puntuales como la construcción de huertos o la creación de vaquerías que han dotado a diferentes comunidades locales de alimentos a largo plazo, han redundado en este objetivo. Las Hermanas de la Caridad de Santa Ana proporcionan alimento a niños, mujeres y hambrientos en numerosos centros repartidos por todo el planeta.
El otro gran factor que incide sobre la pobreza y el hambre son los conflictos bélicos. Provocan millones de muertos, heridos, incapacitados, desplazados... además de destruir activos para la subsistencia y arruinar las posibilidades de creación de cultivos y otros medios de creación de alimentos. El Índice Global del Hambre (GHI) de 2015 ya revelaba que unos 795 millones de personas pasan hambre en el mundo debido a una relación directa con los conflictos armados, y que 172 millones de personas sufren las consecuencias de una guerra.
La ONG de Ayuda Mundial contra el Hambre señala que conflictos como el de Siria, Irak o Sudán del Sur son los principales causantes del hambre. Estas personas son las que más sufren con la violencia, y tienen que luchar cada día para conseguir comida, agua y atención médica. Millones de personas en todo el mundo viven desplazadas a causa de los conflictos armados, más que nunca antes. Sólo si se consigue eliminar las causas de los conflictos armados será posible acabar con el hambre a largo plazo.
La cuestión de los conflictos armados se torna especialmente difícil de resolver cuando se produce una retroalimentación y relación bilateral entre éstos y sus efectos. La crisis económica, la desigualdad y la pobreza son efecto y también causa de estos conflictos, motivados por el control de unos recursos naturales cada vez más escasos. Las sociedades que sufren un reparto injusto de la riqueza suelen ver cómo se establecen regímenes autoritarios y represivos que mantienen los privilegios económicos de la minoría y la exclusión de la mayoría. En muchos lugares del planeta, se produce la militarización de la vida cotidiana, la discriminación étnica, la represión política y las violaciones de los derechos humanos, lo que produce inestabilidad, inseguridad, violencia y sus consecuencias sobre el desarrollo local, la pobreza y el hambre.
Luchar contra este factor es esencial para reducir la pobreza en el mundo. El incremento de los conflictos ha sido clave en el aumento de la pobreza. La comunidad internacional debe realizar un esfuerzo significativo para poner solución a los conflictos armados actualmente vigentes, y la población debe posicionarse para fomentar el trabajo por el fin de los mismos.
De nuevo, las Hermanas de la Caridad de Santa Ana se esfuerzan día a día por crear espacios de seguridad donde, especialmente la infancia, pueda vivir con dignidad, lejos del miedo y el terror que causan los conflictos, y donde sea posible desarrollarse, alimentarse adecuadamente, recibir una educación y tener una vida digna. A diario en numerosos centros de todo el mundo, las Hermanas cambian la situación de miles de niños y sus familias, proveyéndoles de la oportunidad de escapar del conflicto en el que se hallan inmersos y desterrar el horror y las carencias a las que tenían que enfrentarse, antes de ser acogidos y protegidos por las Hermanas. De hecho, estas valientes mujeres han arriesgado sus vidas en lugares especialmente conflictivos e inseguros, y con coraje han logrado crear oasis de paz en medio de la violencia. Hoy, siguen trabajando para mantener y ampliar estos círculos de seguridad.
El informe de la FAO alerta sobre la terrible inversión de la tendencia en relación a la pobreza y el hambre en el mundo, y nos recuerda que no debemos bajar la guardia. Es imprescindible el compromiso de todos para lograr al fin erradicar esta lacra mundial y salvar todas las vidas que sea posible, hasta que llegue el momento en el que no haya persona que sufra los devastadores efectos y el sufrimiento causados por el hambre.