Lección de padre (o madre o maestro).
21/10/2015
Reproducimos a continuación un artículo escrito por Anne Igartiburu, en el que refleja su visión sobre la figura y persona del Papa Francisco.
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Cuántas veces la figura de un maestro en nuestra vida ha sido determinante. Aquella palabra oportuna que hizo que comprendieras lo que estaba ocurriendo o el abrazo de esa persona que te arropó ante el vértigo y la desolación. Vayamos más allá. Los maestros de la vida aparecen cuando menos lo esperas y, a veces, estaban ahí y eras tú quien no los reconocías.
No los dejes escapar. Abrázalos de vuelta y escribe lo que aprendiste con ellos. Son el espejo en el que podemos vernos reflejados y ‘espejan’ lo que sabemos.
Hoy quiero hablar del maestro llamado Papa. Sí, este Papa que se gana el cariño de hasta los escépticos con la Iglesia más mastodóntica, que aprovecho para recordar que no es la ‘única iglesia’. Dejando a un lado las creencias religiosas que podamos tener -que, dicho seas de paso, las tengo- este Papa ha llegado para cortar de raíz con actos vergonzosos, no solo de la Iglesia, sino de la humanidad.
A veces, me pregunto con curiosidad hasta dónde tiene pensado llegar. No ha hecho nada que no haríamos ninguno de nosotros si pudiéramos. Pero actúa, dando muestras de lo lógico y necesario de sus hechos y palabras. Y no es solo lo que Bergoglio hace, sino cómo lo hace. Sí, podemos pensar que podría hacer más -permitidme que hablemos de cómo arrojamos de manera gratuita la responsabilidad en los demás otro día-.
Cada gesto, cada palabra dada desde el principio, está llena de simbolismo. ¡Hay tantos ejemplos! Y no da puntada sin hilo, yo creo, para bien. Y hay mucho bien. Si hay que tomar protagonismo, pues lo toma. Predica con el ejemplo, saca los colores a los grandes mandatarios y no se calla ante la injusticia ejercida sobre los más vulnerables, comenzando con su propia casa.
Ha denunciado públicamente las vergonzosas y ocultas atrocidades cometidas por los que, en el nombre de Dios, abusan de niños y adolescentes. Ensalza la labor del que desde la Fe y la vocación se convierte en motor de un mundo más compasivo. Jorge, convertido en Francisco, ese Santo protector de los débiles, honrando la grandeza de lo pequeño y abriendo puertas y brazos a la vida, sea como sea, del color que sea y con la tendencia que tenga. El Papa imprime sentido común a asuntos que eran ‘de cajón’ y tiende puentes entre civilizaciones, personas y creencias.
No obvia su visión personal y su @Pontifex en Twitter llega a 10 millones de seguidores. No se calla y espero que no se calle. Que siga siendo un guía, un gurú y maestro. Al fin y al cabo, si Buda imprimió esa maravillosa filosofía de vida, si la Madre Teresa o Ghandi fueron influyentes cual ‘avatares’ para gran parte de la humanidad, este Papa, intuyo y espero que nos dará grandes sorpresas y lecciones.