Expresión de solidaridad

Una misión que ayuda a las chicas a salir adelante

24/06/2024

24/06/2024 Una misión que ayuda a las chicas a salir adelante

Hablamos con la Hermana Georgina, misionera en Elmina, una localidad de Ghana, en África.

Empecemos por conocer tu historia personal con la Congregación. ¿Cómo fue tu llegada a las Hermanas de la Caridad de Santa Ana?
Yo nací en el hospital de Asikuma, mi pueblo natal. Mi madre fue atendida por la Hermana Gloria Villar. Así que conocí a las Hermanas desde el principio. Cuando crecí un poco, iba algunos días con las Hermanas para visitar a los enfermos, a algunos en el hospital y a otros en sus casas. Después entré en el grupo vocacional y visitábamos las parroquias. A los 18 años, quise entrar en la Congregación. La familia de mi madre no tuvo ningún problema, pero mi padre tenía algunas reticencias. Yo era la primogénita de tres hijas, y fui a Accra a vivir con mi padre. Allí, me escondía para asistir a las reuniones con las Hermanas. En el año 200, decidí entrar definitivamente en la Congregación, y mi padre lo aceptó.

¿Cómo es la misión de Elmina, en la que trabajas ahora?
Se trata de un centro profesional para chicas, en el que se educan y se forman en las áreas de Cocina y Corte y Confección. Este año, el centro cumplirá su 50º aniversario. Allí, las chicas logran su desarrollo profesional y su independencia económica. Con la ayuda de la Fundación, las chicas obtienen becas con las que siguen un curso de 3 años de duración. Después de ese período, hacen unos exámenes a nivel nacional y, cuando los superan, pueden trabajar como autónomas o en ámbitos como la política, el ejército, las penitenciarías o la policía, desarrollando sus labores de cocina o de confección, por ejemplo, cosiendo uniformes. Consiguen ganarse la vida.

¿Qué perfil de chicas acuden al centro?
Son chicas con escasos recursos. Algunas tienen familia de la que cuidar, y lo que aprenden en el centro les permite salir adelante y cuidar de los suyos. Algunas tienen que vender pequeñas posesiones para adquirir el material que van a utilizar durante el curso, pero es una buena inversión en su propio futuro. Me viene a la cabeza una chica en concreto, que cuida de sus tres hermanos pequeños; son todos huérfanos, y ella consigue compatibilizarlo todo, estudiar y atender a su familia.

Cuando llegaste a Elmina, donde trabajas ahora como misionera, ¿cuál fue tu primera impresión?
Me gustó. Me di cuenta de que era un centro que ayudaba a las chicas a salir adelante. Hoy me siento orgullosa al ver que las chicas llegan sin saber prácticamente nada, y que varios meses después tienen conocimiento y habilidades para valerse por sí mismas. En el centro les enseñamos algo que ellas pueden vivir, y empiezan a hacer cosas: aperitivos para fiestas locales, pulseras y collares para la venta, etc... El año pasado, organizamos una exposición con el material que habían confeccionado y lograron venderlo todo. Fue un éxito. Yo siento mucha alegría y satisfacción, y les animo a seguir adelante con todo esto, porque ese conocimiento y esas habilidades les llevarán lejos.

¿Cuál es la mayor dificultad a la que se enfrenta el centro?
Es una cuestión política. Hasta hace 8 años, teníamos 300 alumnas. Entonces, el Gobierno cambió la legislación y convirtió en gratuitos los centros profesionales públicos del país. Entonces, las familias comenzaron a llevar a sus hijos a esos centros. Hoy, atendemos a entre 80 y 100 alumnas. Pero estas familias continuan trayendo a sus hijas a nuestro centro porque son conscientes de la alta calidad de la educación profesional que reciben.

¿Cómo se financia el centro?
Las alumnas pagan el material que necesitan para sus clases y tareas de aprendizaje, y además pagan una pequeña matrícula con la que se pueden sufragar los gastos de gestión y el pago a los profesores. No obstante, para aquéllas alumnas que no tienen recursos para este pago, contamos con la ayuda de la Fundación, que cubre lo necesario.

Así que podríamos decir que el gran reto para el futuro próximo del centro es su propia sostenibilidad. ¿Habéis pensado en cómo afrontarlo?
Así es, necesitamos más recursos. Por un lado, vemos que la gente en Elmina busca espacios para celebrar bodas y otros eventos. Nosotras contamos con una sala multiusos. Si podemos adquirir sillas y algo de decoración, será posible alquilar el espacio y generar recursos con ello. Además, por otro lado, queremos incrementar la producción. Si somos capaces de adquirir más material y generar más productos, podremos venderlos en Elmina o a través de la Fundación, y de nuevo generar más recursos con ello. Nuestro objetivo es que el centro sea autosostenible.

¿Cuál es tu mensaje para los benefactores del centro?
Un mensaje de profundo agradecimiento y desde el fondo de mi corazón. Los benefactores no conocen a las chicas, pero aún así encuentran la solidaridad para ayudarles. Eso es maravilloso, y hace mucho bien. También quiero decirles a todos que, si desean venir y ver el centro, y todo lo que hacemos en él, son bienvenidos, yo les invito a que vengan: nuestras puertas están abiertas.

 

 


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