El Genocidio de Ruanda vuelve a la memoria colectiva.
08/04/2014
El Genocidio de Ruanda constituyó el intento de exterminio de la población minoritaria tutsi por parte del gobierno hutu de Ruanda en 1994. No existe ningún rasgo racial ni lingüístico específico que diferencie a hutus y tutsis: después del genocidio, ambas distinciones fueron eliminadas de los carnés de identidad.
En abril de 1994, el asesinato del general Juvénal Habyarimana desencadena una multitud de masacres en el país contra los tutsis. Esto obligó a un desplazamiento masivo de personas hacia campos de refugiados situados en la frontera con los países vecinos, en especial la República Democrática del Congo.
En agosto de 1995 el Congo expulsa a estos desplazados a Ruanda. Catorce mil personas son devueltas a Ruanda, mientras que otras 150.000 se refugian en las montañas. Más de 800.000 personas fueron asesinadas y casi cada una de las mujeres que sobrevivieron al genocidio fueron violadas. Muchos de los cinco mil niños nacidos fruto de esas violaciones fueron asesinados. En este grupo de población, cinco de cada seis niños vieron cómo asesinaban a sus padres y quedaron huérfanos.
Fundación Juan Bonal mantiene sus centros en Ruanda, desde 1981, con plena actividad. Las comunidades de Kivumu y Mugina son atendidas por las Hermanas de la Caridad de Santa Ana, que vivieron el conflicto en primera persona y continúan ofreciendo sus manos para mejorar las condiciones de vida de estas personas.
Kivumu es un precioso poblado en el que tenemos instalado un hospital. Compartimos nuestro trabajo con treinta personas.
En Mugina tratamos a los niños desnutridos o con SIDA. Después de un mes de tratamiento, juegan y ríen como los demás.
Ruanda es un país desangrado por la huella del Genocidio, la situación política y una pobreza extrema que conlleva elevadísimas tasas de mortalidad infantil y analfabetismo, pero también es un lugar en el que crece la esperanza. Fundación Juan Bonal continúa presente allí para que la dignidad del ser humano y el desarrollo de la persona siga sean objetivos que se conviertan en realidad.