Testigo de una alegría que se contagia
10/03/2022
Hablamos con la Hermana Gloriose. Ella ejerce su labor en la Casa de Formación del Juniorado en Abidjan, una localidad de Costa de Marfil. Allí, se preparan las jóvenes Hermanas que dedicarán su vida a la Congregación y entrega a los pobres y necesitados.
¿Qué trabajo realizáis en este centro de las Hermanas ubicado en Costa de Marfil?
En la Casa de Formación del Juniorado se da forma a la preparación de las Hermanas más jóvenes, que terminan de aprender todo lo necesario para desarrollar su vida en la Congregación. Yo soy formadora en el centro y ayudo a que la semilla de la vocación de estas jóvenes germine en una entrega solidaria hacia quienes más nos necesitan. Además, realizamos labores de pastoral en los barrios ubicados alrededor de nuestro centro, atendiendo a los enfermos que no pueden salir de sus casas, que se encuentran impedidos o que necesitan ayuda especial. Los domingos y festivos acudimos a sus casas y les atendemos. Algunos no tienen quién se ocupe de ellos.
¿Qué dificultades encuentras en el día a día?
Principalmente, la inseguridad. Siempre hay personas que acuden a llamar a nuestra puerta, y me causa temor que algunos lo hagan con malas intenciones: pueden tratar de entrar a robar, por ejemplo. Hay mucha gente viviendo en la calle, circula mucha droga, y los jóvenes se ven envueltos a menudo en malas conductas. Si estoy sola en la casa, no abro la puerta, pero la precaución no me impide preguntarles qué desean y tratar de darles una respuesta adecuada. Cuando estoy con más Hermanas, abrimos la puerta y les ofrezco lo que tengo. No puedo darles dinero, pero sí otras cosas como agua, si tienen sed.
¿Qué es lo que más te gusta de tu trabajo?
Estar en contacto con las Hermanas más jóvenes, que quieren dedicar su vida a la Congregación. Estar junto a ellas, formarlas y asistir a su crecimiento personal y el desarrollo de su vocación es muy motivador para mí. Soy testigo de una alegría que se contagia.
¿Qué mensaje puedes ofrecernos como resumen de tu experiencia misionera?
He realizado mi labor en el Congo, en Ruanda, en Guinea Ecuatorial y ahora en Costa de Marfil. De todos estos años he sacado una conclusión que os transmito como un mensaje de esperanza de vida. He visto muchas personas desesperadas, que se dejan desanimar por los problemas. Y he visto, sobre todo, a muchos niños abandonar la escuela y emprender caminos que no les llevan a un buen resultado. Creo que debemos contar con Dios ante las incertidumbres de la vida. Dios tiene un plan y quiere que sus hijos salgan adelante. Hay que tener esperanza, trabajar y luchar por ello. Es duro, pero es posible. Ahora, hemos visto cómo la pandemia nos ha puesto las cosas muy difíciles a todos, pero debemos continuar trabajando y mantenernos en la fe, no perder los valores. Y estar con Dios, que es quien nos cuida y nos salva.
Fundación Juan Bonal es expresión de solidaridad.
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